Del sutil arte de no quedarse parado

Sería demasiado pretencioso hacer una comparación entre la filosofía de Heráclito, Parménides y Homer Simpson con el sentido común que aconseja cuando quedarse quieto y cuando moverse. Por eso, no la voy a hacer.

No se me ocurre que haya una regla general, está claro que permanecer quieto (relajado, tranquilo ...) es una buena manera de elaborar una estrategia, de clarificar nuestros pensamientos y de establecer un plan de acción.

Pero, en la propia (in)acción está el peligro, porque quedarse quieto (o parado) es también la mejor manera de dejar de hacer, en todas sus acepciones :
  • no decidir
  • no actuar
  • no avanzar
Decidir "no hacer" es, en si mismo, un acción - un movimiento - y por tanto "cuenta", a modo de ejemplo decidir, según el viejo proverbio árabe "sentarse a la puerta y ver pasar al cadáver de tu enemigo"

Una vez con los objetivos claros y planteado un plan de acción básico, sugiero que no nos compliquemos demasiado a la vida:
  • Fijemos un tiempo
  • Movámonos hasta la primera "meta volante"
  • y añadamos unos gramos de comunicación y de formación
  • procurando fijarnos pocas barreras mentales (alias "pegas")
y volvamos a repetir este "circulo virtuoso". Recordando que hacer un 10% de un pedido de 100 paellas es HACER 10 paellas, no hacer 1/10 parte de 100 paellas.

Finalmente, no hagamos caso a todos los gúrus que encontremos, ni siquiera a Homer Simpson cuando dice  "Si algo es difícil y duro de hacer, entonces no merece la pena hacerlo".

¡ Actuemos ! que nadie pueda recordarnos el viejo proverbio "Dios da pan a quien no tiene dientes" refiriéndose a nosotros.

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