ENQUIRIDION - Un manual de sentido común

Un famoso samurai, va de visita a la casa de un maestro Zen. Al llegar se presenta a éste, contándole de todos los actos heróicos y sus largas horas de estudio Cuando acabó de explicarse le pidió al maestro que quería que ñe ayudara a conocer  mejorar  a través del Zen El maestro le invitó a sentarse y le ofreció una taza de té. Aparentemente distraído, sin dar muestras de mayor preocupación, el maestro empezó a verter té en la taza del samurai, y no paró aun cuando el contenido empezaba a desbordarse  El famoso samuraí, sorprendido le indicó enérgica pero educadamente : -  Maestro, la taza de té está llena, y estais derramándolo fuera  A lo que el maestrso, que continuaba vertiendo té, le contesto : - Tan llena como tu mente, hasta que no la vacies, no podrás aprender nada nuevo ni encontrarte a tí mismo Esta adaptación, un poco libre, del cuento zen, me permité introducir el tema de esta entrada que se resume en lo siguiente Nos pasamos tanto tiempo haciendo cosas, que nos olvidamos

El Gato, cuando vio a Alicia, se limitó a sonreír. Parecía tener buen carácter, pero también tenía unas uñas muy largas Y muchísimos dientes, de modo que sería mejor tratarlo con respeto. – – Minino de Cheshire -empezó Alicia tímidamente, pues no estaba del todo segura de si le gustaría este tratamiento: pero el Gato no hizo más que ensanchar su sonrisa, por lo que Alicia decidió que sí le gustaba-. Minino de Cheshire, ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo seguir para salir de aquí? – Esto depende en gran parte del sitio al que quieras llegar – dijo el Gato. – No me importa mucho el sitio… – dijo Alicia. – Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes – dijo el Gato. – … siempre que llegue a alguna parte – añadió Alicia como explicación. – ¡Oh, siempre llegarás a alguna parte – aseguró el Gato- , si caminas lo suficiente! Alicia en el Pais de las Maravillas Lewis Carrol no solo escribió una historia para niños con el relato de "Alicia en el Pais de las Maravillas"

Esa mañana era especialmente calurosa y mis anfitriones decidieron ir a cazar - siempre he admirado la capacidad de aguantar el dolor y la incomodidad de los aborigenes - empezamos a andar practicamente a la salida del sol y  tras dos horas de infatigable caminata se detuvieron de golpe.  Yo no veia ni oía nada especial, esperable teniendo en cuenta mi condición de urbanita, pero Outa (ein interprete) me hizo ver unas sombras a lo lejos, y, casi en susurros me dijo "buena caza". Los aborigenes con inusidata destreza lanzaron una y otra vez el boomerang, no cazaron hasta despues de varios lanzamientos, al octavo intento, finalmente,    lo consiguieron Les pedí que me enseñaran a hacerlo - tambien era parte de mi "viaje espiritual", amable y pacientemente me enseñaron como sujetarlo y como lanzarlo.  Me dispuse a ello, apuntando a una objetivo (una roca, que al menos no se movía), tomé fuerzas, lo lancé con toda el alma y esperé .... dos minutos despues me desperté co