De los agujeros negros en el espacio interior

Tengo amigos cuya capacidad para discernir ocurrencias cuanto menos entretenidas me obligan, sospecho que premeditadamente, a ponerlas en este mi (humilde) blog.


Este amigo, ya docto en las ciencias de la vida y los negocios, y con un sentido común poco común me contaba lo siguiente :


" En los (ya) largos años de vida que tengo y mi dilatada carrera profesional, he descubierto un nuevo tipo un nuevo tipo de empleado. Es el empleado agujero negro.


Es particularmente curioso analizar su comportamiento, porque rompe las leyes del management clasico : no es vago, más bien trabajador. No suele ser tonto, más bien listo. Osea que, a priori, no es un elemento tóxico.


Pero tiene una característica especial , todo aquello de que se encarga es absorbido y  desaparece, para reaparecer (a lo mejor acabado) en otra dimensión y en un tiempo infinitamente largo,  a veces casi infinito.


En resumen que es como un agujero negro, no deja escapar la luz que le llega, y sabes que está pero no lo ves (cambia la palabra luz por cualquier petición de tarea y lo entenderás)


... pero son tóxicos ....aunque no lo parezca"


No es que esté muy a favor de este planteamiento, pero he pensado que nos lo podemos llevar al ámbito personal, mi reflexión es:



  • ¿no seremos todos, en el fondo un poco agujeros negros? ¿NO será que a veces, en el trabajo, el casa, con nuestra familia, nuestras amistades ... tendemos a absorber compromisos, cariño, encargos .... y no devolvemos nada ?

Conviene reflexionarlo, y sobre todo, actuar. Somos suficientemente inteligentes para convertir nuestros pequeños agujeros negros en radiantes estrellas que dan luz (no que la capturan).


Como dijo la beata Madre Teresa de Calcuta  


Miles de velas pueden encenderse con una sola vela, y la vida de la vela no se acortará

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