Otra pastilla de optimismo


Supongo que no todos los días nos levantamos con ganas de comernos el mundo, de hecho, muchos días estamos seguros que el mundo se nos comerá.
Son esos días los que requieren de un tratamiento de shock (osea, rápido y eficaz).

Y ese tratamiento pasa por tomarnos tres tazas de actitud mental positiva, con dos cucharadas de paciencia y una nube de optimismo.


Sobre todo la nube de optimismo es la parte fundamental de la receta. Un pesimista no es un optimista bien informado, un pesimista es alguien que opina que por el hecho de creer estar informado tiene el derecho a "bajarse del tren" del futuro.

Si nos tomamos la vida con optimismo (inteligente, eso sí), no es que nos vayan a ir las cosas siempre bien, pero al menos serán diferentes. Como decía María Robinson "nadie puede volver atrás y hallar un nuevo comienzo, pero cualquiera puede comenzar hoy y hacer un nuevo final".

Conviene pues, ante cualquier reto que se nos plantee, mantener un cierto tono de optimismo:

  • echarnos los resentimientos y las críticas a la espalda (no en la mochila),
  • aceptar que no siempre las cosas salen como queremos,
  • y comprometernos...

además de tomarnos las cosas con un poco de paciencia (como decía el corrido mejicano "... que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar") y bañarnos en actitud mental positiva, y es que las cosas positivas, suceden a la gente positiva.

Rudy Guiliani , que fuera alcalde de Nueva York durante 7 años escribió "Los lideres tienen que ser optimista. Su visión va más allá del presente" . Así pues, en cualquiera de nuestros roles, de madres, padres, amigas, amigos, ejecutiva/os o trabajador/es, si queremos se unos buenos lideres, no nos queda más remedio que ser optimista (Rudy dixit ...)

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