De los dias felices y los futuros inciertos

Toca un poco de melancolía de día de fin de año. Es cierto que mañana será otro día, pero ¡ es que empieza el año! y como las estaciones, las semanas, o los días - con sus noches incluidas -, algo cambia.


Algo cambia cada mañana cuando nos despertamos, y nos disponemos a vivir el futuro del ayer. Ya estamos en él, y tenemos la obligación de hacer algo bueno, arreglar algo, alegrar a alguien, perdonar a alguien ... en fín, para sembrar.


Sembrar como si fuéramos a vivir para siempre, como aquel árbol que mi  abuelo plantó en el jardín ya mayor, con la esperanza de que crecieran los suficiente para que su sombra cubriera a sus nietos.


Y recoger como si fuéramos a morirnos mañana, recoger aquellos pequeños momentos felices - palabras, gestos, miradas, atenciones ... - , que solo sabemos torpemente reconocer cuando las cosas no van como nos gustarían. 


Porque cada mañana se abre el telón de la vida, y por muy negro que parezca el futuro, es donde nos va a tocar vivir. En este futuro que no será un regalo, que debe ser un logro. En este futuro que labramos todos juntos, cada día.


Como broche final, he escogido una banda sonora para este artículo, un arranque suave, un desarrollo sostenido, un final apoteósico - ¡Como debe ser una vida !


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