Acabamos de volver de visitar a unos amigos en el Hospital, a el le han transplantado un riñón, y su mujer lo ha donado su riñón para poder hacer un transplante cruzado, o lo que es lo mismo, ha donado un riñón a un desconocido para que su marido pudiera recuperar una vida normal. Esto es, en pocas palabras, amor. Si nos dedicáramos un rato a buscar por Internet, salen cientos de millones de citas y referencias a la palabra amor (840.000.000, concretamente). Entre todas, mi preferida, de hacer muchos años es la descripción que del amor (caritas) hace San Pablo en su Primera Carta a los Corintios El amor es comprensivo, el amor es servicial y no tiene envidia. El amor no es presumido ni se envanece: no es grosero ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor, no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. El amor disculpa sin limites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites. Por encima del ruido constante, y a veces molesto, que nos trae